Tras la Segunda Guerra Mundial, el panorama socio-económico y político, unido al hambre y a la pobreza, modifican el desarrollo artístico.
A finales de los 40, se desarrolla el expresionismo, una corriente pictórica dentro del informalismo, movimiento que promueve tendencias abstractas, gestuales y espontáneas. Es un nuevo período de vanguardias conectado con la modernidad y el progreso.
Se rechaza la forma y las construcciones predeterminadas. Se busca la expresión a través de la mezcla de colores y materiales no tradicionales tales como el serrín, el yeso, etc. y son frecuentes los cortes y perforaciones con el fin de degradar parte de la obra.
Esta pintura llega a España en los años 50, teniendo como principales focos a Madrid y Barcelona. AMALIO se incorpora rápidamente al movimiento, pero él va más allá pues dentro de las creaciones abstractas del momento deja entrever figuraciones como la Giralda, icono obsesivo que marca gran parte de su obra.