Desde 1970 hasta el final de su vida, su pintura gira hacia la línea testimonial y crítica expresada en el Realismo simbólico, con una marcada preocupación por Andalucía. Amalio necesitaba dar forma a sus convicciones íntimas a través de su pintura y denunciar el sufrimiento y el maltrato, o ir más allá de la realidad con metáforas pictóricas. El artista cumple una misión religiosa con infundir una espiritualidad social a su obra.
Estamos ante cuadros como “Pobre desmontable”, “Andaluces de carga”, “El pan encadenado” o “Mi muerte nace conmigo” entre otros.